Archivo General de Simancas
El Archivo General de Simancas
(también conocido por sus siglas, AGS) es un archivo estatal español ubicado en
la localidad vallisoletana de Simancas, muy próxima a la capital. Fundado por
Carlos I en 1540 en el castillo de Simancas, es el primer y más antiguo archivo
oficial de la Corona de Castilla. El edificio, construido por Juan de Herrera,
conserva gran parte de la documentación producida por los órganos de gobierno
de la Corona de Castilla y posteriormente de la Monarquía Hispánica y del Reino
de España hasta Isabel II.
La evolución cronológica de la
institución ha estado marcada por el devenir de la Corona de Castilla. Uno de
los principales hitos se produjo en 1588, cuando Felipe II otorgó la
Instrucción para el Gobierno del Archivo de Simancas, un documento clave para
entender la gestión tanto de este archivo como de otros de la península. Por
otro lado, los momentos de pujanza o de retraimiento de la monarquía castellana
quedaron reflejados en forma de llegada de documentos o carestía de recursos.
También los daños sufridos durante la Guerra de la Independencia tuvieron
importantes repercusiones en lo que hoy es la institución.
En su interior se desarrollan no
sólo tareas de conservación y catalogación de los documentos que alberga, sino
que además es un museo y un lugar en el que se puede investigar a partir de sus
fondos. Estos son muy extensos y se organizan en casi treinta secciones.
En la actualidad es un organismo
dependiente del Ministerio de Cultura de España. Por ello, la Unesco le otorgó
la distinción de Patrimonio de la Humanidad en 2017 dentro de su categoría
Memoria del mundo.
Concepto y simbolismo
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Firma del rey Carlos I |
El Archivo de Simancas fue el
primer archivo oficial de la Corona de Castilla, y existe como tal desde 1540,
aproximadamente dos siglos después de que la Corona de Aragón tuviese el suyo.
Este llamativo retraso ha sido objeto de reflexión para los historiadores que
han estudiado el devenir histórico de la institución. Se han propuesto varias
explicaciones, entre ellas el nomadismo de la corte, la guerra contra los moros
y las luchas internas entre los Trastámara.
Un Estado del siglo XVI como la
corona castellana, que pretendía sumarse a los nuevos tiempos de modernidad
tras el Medievo, necesitaba rodearse de un aparato burocrático perfectamente
articulado, y en ese sentido la figura del archivo fue crucial. Desde el
primer momento se planteó, aunque sin concretar el lugar, que estuviese
emplazado en una fortaleza, por mera cuestión de seguridad a la hora de
custodiar los documentos que iba produciendo el aparato estatal.
El hecho de que se fundase de
manera tardía tiene una cierta connotación negativa por el retraso que implica
respecto a otras potencias europeas, pero también positiva, pues, si se pudo
fundar, fue porque el contexto sociopolítico lo permitía, las instituciones
estaban asentadas y producían documentos que requerían una conservación
adecuada.
Desde el primer momento y hasta
tiempos recientes, el AGS no fue destinado a tareas de índole cultural, pues
sólo respondía a una necesidad expresa de un sitio para conservar los
documentos. En esa línea, un archivo centralizado es un punto de apoyo para el
buen gobierno de un monarca, pues en él se hallan físicamente los documentos
que legitiman su mandato.
Con el paso del tiempo, la
fundación del Archivo de Simancas se ha encumbrado a la categoría de «hito de
la archivística española». En cierto sentido lo fue, ya que, tras varios
intentos, allí se concretó la idea de establecer un archivo oficial en
Castilla. Además, éste se dotó casi cinco décadas después (en 1588) de un
reglamento pionero en cuanto a su funcionamiento.
Emplazamiento: el castillo de
Simancas
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Plano del siglo XVI en el que se indican las estancias que ocupaba en ese momento el AGS en el interior del castillo. |
El archivo se emplazó en
Simancas, una localidad situada a diez kilómetros de Valladolid. El lugar no
fue escogido al azar, sino que se eligió uno fortificado y fácilmente
defendible.
Durante el periodo de la
Reconquista, la villa de Simancas adquirió importancia como zona fronteriza.
Posteriormente, su situación estratégica entre los reinos de León y Castilla le
confirió un papel relevante en la política peninsular. Tras la conquista de
Toledo y su territorio en 1085, la villa perdió importancia, y en el siglo XIII
no era más que una de las muchas ciudades del alfoz vallisoletano. Sin
embargo, pronto dejó de formar parte de la jurisdicción de Valladolid, pues en
1465 el rey Enrique IV de Castilla recompensó a la ciudad de Simancas por
permanecer fiel a la causa real en el marco de las disputas entre dicho rey y
Alfonso de Castilla con el privilegio de nobleza e hidalguía a todos los
habitantes de la localidad, así como con la exención de la jurisdicción
vallisoletana. Así, entre los siglos XV y XVII se vivieron los «años dorados»
de Simancas, en los cuales se enmarca el establecimiento del archivo oficial de
Castilla.
Hasta 1917, la historiografía
moderna y contemporánea fechaba la fortaleza de Simancas en época de la
reconquista. Sin embargo, en ese año Francisco Rodríguez Marín publicó un
documento en el cual, aparte de otros datos históricos, se dice que la
fortaleza de Simancas había sido tomada por el almirante Don Fadrique en
tiempos de Enrique IV para posteriormente ser derruida y reconstruida por su
hijo, el almirante Don Alonso Enríquez. De este modo, la fecha de construcción
de la actual fortaleza se puede situar entre los años 1467 y 1480.
El castillo está tan reformado
que es casi imposible saber cómo era en origen. Desde que los Reyes Católicos
tomaron posesión de la fortaleza en 1490, se han hecho todo tipo de
modificaciones, desde las diferentes alturas que construyó Felipe II hasta las
múltiples reformas llevadas a cabo para adecuar el edificio al archivo.
Hay muchos factores que se pueden
considerar influyentes a la hora de tomar la decisión de elegir el castillo de
Simancas, entre los cuales se pueden destacar dos:
- Tras
avanzar las fronteras de los territorios cristianos hacia territorios
meridionales, el castillo se encontraba sin una función específica en
tiempos de paz. Eso provocó que tuviese otros usos, desde ser un depósito
de armas hasta actuar como prisión estatal, faceta que mantendría
simultáneamente con la de archivo.
- Por
otro lado, fue importante la influencia de Francisco de los Cobos,
Comendador Mayor de León, que como miembro del entorno de Carlos I ejerció
toda su influencia de cara a que se fijase allí.
Desde la fundación del Archivo de
Simancas se produjeron todo tipo de obras de acondicionamiento y ampliación. El
lugar estaba concebido para custodiar documentos y no para la investigación,
por lo que la ornamentación no estaba pensada para decorar sin más, sino para
recordar que detrás de la institución se hallaba el poder regio. Por ejemplo, una
de las puertas del AGS estaba ornamentada con el escudo de armas de Felipe II,
lo que recordaba a cualquier visitante que se estaba ante una institución
regia.
Por último, el castillo no era un
lugar pensado para albergar un archivo, lo cual hace que existan algunos
inconvenientes que han preocupado a los archiveros a lo largo de la historia.
El más importante de ellos es el riesgo de incendios, un quebradero de cabeza
para cualquier director del archivo. Por un lado, el hecho de que el archivo compartiese
espacio con una cárcel incrementaba el riesgo de que los libros se redujesen a
cenizas. Además, al ser una fortaleza, el edificio fue un objetivo de primer
orden en el desarrollo de los conflictos armados, lo cual causó estragos en los
fondos de la institución en conflictos como la Guerra de la Independencia
Española, entre 1808 y 1814.
En ese sentido, las voces
críticas respecto a la ubicación no han faltado a lo largo del siglo XX y XXI,
pues las propuestas de traslado de los documentos de Simancas son frecuentes.
Una de las voces que con más fuerza se presentan en esta línea es la de
González Amezúa, que propone un traslado completo al Archivo Histórico Nacional
de Madrid.
HISTORIA
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Cédula dada por Carlos I en la que se ordena el traslado de documentos desde la Chancillería de Valladolid al castillo de Simancas. Data del 16 de septiembre de 1540 en Bruselas, y es uno de los documentos fundacionales del AGS. |
Precedentes y fundación
Si se compara la fundación del
Archivo de Simancas con los archivos semejantes de otras coronas europeas, se
nota un evidente retraso de la Corona de Castilla. Sin embargo, la
historiografía tradicional ha descubierto diversos intentos anteriores o precedentes
de la fundación de un archivo. La idea más extendida es que Juan II de Castilla
y Enrique IV de Castilla mandaron recoger algunos documentos para reunirlos en
un lugar preciso, algo que no se concretó pero que se utiliza como ejemplo de
un precedente. Otra posibilidad, aunque poco rigurosa desde el punto de vista
de las fuentes escritas, es que existiese un archivo en Burgos a comienzos del
siglo XVI y que fuera destruido por los comuneros.
El precedente más claro está en
Fernando el Católico, que trató de organizar su propio archivo, encargándoselo
al bachiller Diego Salmerón, pero este murió en 1519 y nunca llegó a llevarlo a
término. Sus sucesores en el cargo, los licenciados Galindo y Acuña, nada
hicieron sobre el encargo recibido.
La fundación exacta de la
institución simanquina responde al año 1540. En ese año, Carlos I estableció,
en una cédula que se conserva en Bruselas, la creación de un archivo oficial de
la Corona de Castilla en el castillo de Simancas. En el momento de su
fundación la institución compartió edificio con una cárcel pero, a pesar de
ello, la determinación por hacer un gran archivo centralizado era clara, y
desde 1542-43 hay constancia de que se llevaron a cabo obras para acondicionar
el edificio, al tiempo que se recibían las primeras remesas de documentos.
Siglo XVI
Entre los primeros documentos que
llegaron al castillo se hallan los pertenecientes a La Mota de Medina del
Campo, en la cual algunos quieren ver otro precedente a Simancas.
En 1545 se nombró el primer
tenedor del archivo, el licenciado Antonio Catalán, y en este momento ya se
puede hablar del AGS instituido como tal y no ya como un proyecto. La gestión
del licenciado Catalán fue breve, pues duró apenas dos años en el cargo. No
obstante, por la documentación conservada se sabe que este bienio fue
fructífero en cuanto a la recuperación de documentos, puesto que entre 1545 y
1546 se emitieron varias cédulas solicitando la recepción de documentos por
toda Castilla.
En 1547, tras el fallecimiento
del primer tenedor del archivo, el cargo fue ocupado por el licenciado Diego
Briviesca de Muñatones. Su labor al frente del archivo no fue todo lo
provechosa que cabía esperar, ya que tardó un año en tomar posesión del cargo,
delegó prácticamente todas sus funciones en su hermano y de los once años que
estuvo al frente de Simancas, sólo tres residió en España. En 1559 renunció
para irse a hacer carrera en América.
Este mandato dio paso a unos años
en los que el trabajo fue anormal e improductivo. Para reconducir la situación,
en 1561 Felipe II dobló el cargo de tenedor, dividiéndolo entre un entendido en
leyes y un entendido en letras, nombrando respectivamente al licenciado Sancti
y a Diego de Ayala, a los cuales se unió en la gestión de la institución Tomás
Bretón, alcaide de la fortaleza. Pero esta situación fue breve, pues en 1566
falleció Sancti, y el alcaide fue apartado por cuestiones políticas, quedando
tan sólo Diego de Ayala recopilando el archivo.
El mandato ejercido por Ayala fue
amplio y se puede dividir para su estudio en dos etapas:
- 1563-1574:
ordenó y catalogó el AGS.
- 1574 en
adelante: realizó ampliaciones constantes de cara a engrandecerlo.
Respecto a la primera fase, hasta
1564 existen pocas noticias, con sólo algunos datos concretos, como el de que
en 1572 Diego de Ayala viajó a Madrid para recoger unos documentos, entre los
que se encontraban cincuenta y tres arcas con papeles relacionados con las
Indias. Sus primeros esfuerzos estuvieron dedicados a convertir el archivo en
una institución eficiente, por lo que fue haciéndose con salas del castillo que
hasta entonces pertenecían a la cárcel.
Respecto al edificio, Juan de
Herrera participó en las obras de remodelación y acondicionamiento, dando
proporciones al patio y participando en el desarrollo de toda la remodelación.
Las obras siempre se compaginaron con la labor de recogida de documentos. En
estos años, el AGS gozó de la colaboración de grandes figuras de la cultura del
momento. Así, el historiador Jerónimo Zurita recogió documentos para el archivo
durante 1567, haciendo otro tanto el licenciado Rosales en 1568.
La segunda etapa viene marcada
por las protestas que Diego de Ayala efectuó por el hecho de que la institución
compartiese edificio con una cárcel, algo que a su juicio incrementaba el
riesgo de incendios de manera notable. Por otro lado, en esta etapa se trató
de engrandecer el AGS todo lo posible, algo que planteó, especialmente desde
1588, problemas económicos serios. Así, se vivieron algunos momentos
contradictorios, como cuando Felipe II visitó la institución en 1592 y sugirió
toda suerte de reformas para las cuales luego apenas hizo aportaciones económicas.38
De hecho, a pesar de la ingeniería financiera de Diego de Ayala, en ocasiones
no hubo dinero para pagar ni a los ayudantes de Diego de Ayala ni a los obreros
de las remodelaciones.
Dentro de esta segunda etapa, se
ha de mencionar que en 1588 se produce un hito de la archivística española: la
Instrucción que Felipe II da para el Gobierno del Archivo de Simancas. Este
documento trató de sistematizar los procedimientos a la hora de recoger
documentos, conservarlos, describirlos y difundirlos, por lo que la
historiografía dedicada a Simancas siempre lo ha planteado como un texto clave
para entender no sólo el funcionamiento de este archivo en concreto, sino que
también se ha presentado como un procedimiento paradigmático e influyente en la
posterior archivística hispana.
En 1593 murió Diego de Ayala,
cuando ya se sabía prácticamente en bancarrota. A pesar de que sus últimos años
estuvieron marcados por los quebraderos de cabeza que le proporcionaban los
asuntos económicos y por sus problemas de salud, en dicho periodo se
recopilaron muchos documentos, y buena parte de gran valor.
Durante esta época, el edificio
fue usado también como prisión y depósito de ajuar y mobiliario, armas e
incluso dinero.
Siglo XVII
Tras la muerte de Diego de Ayala,
la dirección de la institución pasó a su hijo, Antonio de Ayala Manuel, que
conocía las funciones del puesto perfectamente por haber sustituido a su padre
en periodos en los que éste estaba enfermo. Estuvo en el cargo entre 1594 y
1610, y entre otros trabajos realizados, dotó al archivo de más personal con un
crecimiento notable.
La llegada de documentos se
siguió intercalando con las reformas, y también con las solicitudes de
investigadores deseosos de conocer los documentos de Simancas, como Pedro de
Valencia, algo que no se concedía frecuentemente.
Desde este momento y en los
siglos venideros, se observa una tendencia en relación con los documentos que
llegan: salvo textos de grandes dimensiones, la mayoría de los envíos
corresponden a papeles de los ministerios que yacían amontonados en cajones, y
que, habiendo perdido actualidad y para recuperar sitio, se enviaban a
Simancas.
Poco más hay que destacar del
mandato del hijo de Diego de Ayala, pues murió repentinamente en 1610. A partir
de aquí hay un periodo tumultuoso, cuya principal característica son los
mandatos cortos de los archiveros. Desde Juan Gallo, que ni siquiera tomó
posesión del cargo, hasta Diego de Isla que estuvo dos años como archivero, no
hubo una cabeza visible estable hasta Diego de Cepeda, que estuvo desde 1617
hasta 1630. Es interesante que ya en este periodo se reconociera la
importancia del mandato de Diego de Ayala.
Durante la etapa de Diego de
Cepeda, Francisco y Antonio de Hoyos –padre e hijo– interfirieron en su
gestión. La historiografía posterior ha sido muy crítica con ellos, pues se
dedicaron a hacer listas de documentos sin ningún tipo de análisis. En
cualquier caso, este periodo no es más que una etapa de transición, destinada a
esperar a que Juan de Ayala Tello cumpliese la mayoría de edad.
El heredero del clan de Ayala
estuvo en el cargo desde 1630 hasta 1656, y aunque al principio todo apuntaba a
que sería una nueva época dorada –era joven y tenía experiencia– no supo rodearse
de un buen equipo. Los problemas con su hermano Diego, al cual eligió como
parte de su equipo, y la Instrucción de Felipe IV de 1633, mediante la cual
ordenaba seguir el método de trabajo de Antonio de Hoyos, mermaron su papel al
frente de la institución. De hecho, se le obligó a hacer un informe anual sobre
la marcha del AGS.
Felipe IV autorizó al Conde-Duque
de Olivares a crear su propio archivo, algo que influyó negativamente en
Simancas. De hecho, el conjunto general de la época de Juan de Ayala siempre se
ha visto con connotaciones negativas para Simancas. Si bien Juan de Ayala se
jubiló en 1656, en 1640 nombró a su hijo Juan para sucederle en el cargo,
aunque éste lo ocupó tan sólo dos años.
La segunda mitad del siglo XVII
estuvo marcada por Pedro de Ayala, otro miembro de la familia, que dirigió la
institución entre 1659 y 1698. A su llegada se encontró un archivo sin dotación
financiera, con las obras paradas y con todo tipo de legajos sin inventariar,
por lo que la primera década de su gestión estuvo dedicada casi por completo a
la búsqueda de recursos económicos.
Tanto es así, que en 1670 amenazó
con dimitir, y sólo tras muchos viajes y solicitudes consiguió nada menos que
treinta mil ducados para obras, las cuales pudo llevar a cabo hasta 1675.
Mientras, entraban en el archivo todo tipo de documentos, siendo 61 cajones de
la Secretaría del Consejo de Guerra y Estado los más destacables.
Pedro de Ayala falleció en 1698,
habiendo designado como sucesor a su primogénito Francisco Antonio de Ayala.
Con el cambio de siglo no se cambiaría la tendencia de que los historiadores de
toda la época moderna no tenían acceso al AGS para investigar salvo casos muy
concretos.
Siglo XVIII
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Plano de un proyecto de ampliación de la planta principal del AGS, planteado por Juan de Villanueva en el año 1785. |
La primera mitad del siglo XVIII
estuvo marcada por el mandato de Francisco Antonio de Ayala, que dirigió el
Archivo entre 1698 y 1743. Con él se inaugura una característica que se
mantendrá hasta 1818: casi toda la plantilla del archivo pertenecería a la
familia de Ayala, incluyendo todo tipo de cargos. En este periodo se produjo
la visita de Felipe V, que en 1710 quiso conocer Simancas.
Fue un mandato con luces
–ingresaron muchos documentos relacionados con los últimos Austrias– y sombras
–se vino abajo una de las torres de la fortaleza, y hubo que destinar muchos
recursos a obras de urgencia–. En esta época se registra la entrada de documentos
de gran importancia, como el testamento de Carlos II o la renuncia de Felipe V
a la corona francesa.
Al morir Francisco Antonio de
Ayala en 1743, le sucedió su hijo Manuel Santiago de Ayala Gallo, que dirigió
el archivo entre ese año y 1772. En este momento, investigadores como Ascensio
de Morales pudieron trabajar en el archivo. Lo importante de la presencia de
ese tipo de personalidades es que gracias a ellos se sabe, por sus
descripciones a la hora de trabajar, cómo era el proceso que se había de seguir
para poder investigar en Simancas.
En este momento llegaron
documentos excepcionales, como el Concordato de 1753. También se vivieron
momentos complicados, como la reparación general del castillo de 1749 motivada
por las humedades que amenazaban seriamente la estabilidad del edificio. El
castillo se resintió también en 1755 por el terremoto de Lisboa.
En 1772 murió Manuel Santiago de
Ayala Gallo, y su cargo fue otorgado a su hijo de tan sólo siete años –se
nombró un coordinador hasta que alcanzase la mayoría de edad–, Manuel de la
Cruz Ayala y Rosales, el cual estuvo en el cargo hasta 1811, ya entrado el
siglo XIX. No obstante, en el siglo XVIII ocurrieron aún más hechos reseñables,
como la visita en 1773 del Conde de Floridablanca, o el traslado en 1785 de
todos los documentos de Indias –uno de los puntos fuertes de los fondos de
Simancas– al Archivo General de Indias que se decidió crear en Sevilla. Hay
constancia de que en 1791 Gaspar Melchor de Jovellanos visitó el archivo y
criticó lo poco trabajador que era su personal.
Siglo XIX
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Real Orden del 20 de junio de 1816 en la que se manda a Tomás González a Valladolid a recibir 146 cajones pertenecientes al AGS. Estos cajones retornan de Bayona, donde habían ido a parar por orden de Napoleón durante la invasión francesa. |
El nuevo siglo estuvo marcado
fundamentalmente por el impacto negativo sobre la institución que tuvo la
Guerra de Independencia.4 Durante todo el conflicto, hubo soldados franceses
viviendo en la parte del edificio en la que se encontraba el archivo, algo que
no sólo paralizó su actividad por completo, sino que produjo toda clase de
problemas, ya que los soldados incluso comían y cenaban en el mismo edificio.
Además, en 1811 murió Manuel de la Cruz, poniendo fin a la estirpe de
archiveros de la familia de Ayala.
Cuando en 1817 se hizo un informe
oficial, los años en los que hubo guarnición francesa en el castillo fueron
calificados de «calamitosos». Se trasladaron documentos de un lugar a otro sin
criterio ni orden alguno, y se destruyeron algunos a raíz de un incendio en la
improvisada cocina que se construyó en el edificio.
Una parte de los documentos se
llevó a Francia, ya que Napoleón deseaba hacer en París un gran archivo europeo
centralizado, por lo que previamente había saqueado otros archivos en Alemania,
Austria e Italia. Así, el general Kellerman se encargó de trasladar algunos
documentos a Bayona y a París.63 No obstante, salvo algunos relacionados con
la política exterior en común de España y Francia, la mayoría volvieron tras la
caída de Napoleón, pero otros solo serían devueltos durante la Segunda Guerra
Mundial.
Para tratar de reconducir la
institución, se nombró a Tomás González como su nuevo director. A partir de
aquí, salvo algunas excepciones como las remesas de documentos llegadas en 1852
–fueron las últimas en hacerlo–, el AGS ve su labor totalmente reconducida,
pasando a ser un archivo cerrado.
Lo cierto es que Fernando VII
organizó el envío de varias remesas de documentos, aunque no por razones
culturales ni de conservación, sino para desligar a sus ministros de la
información contenida en los escritos. Además, también visitó el archivo a lo
largo de su mandato en más de una ocasión.
Por otro lado, gracias a la Real
Orden del 24 de abril de 1844, el archivo se abrió, al menos en líneas
generales, a la investigación e historiadores como Manuel Danvila o Cánovas del
Castillo pudieron trabajar en él. Sin embargo, quedaron exceptuados los documentos
relacionados con la vida de los reyes.
A partir de este momento la
archivística española se desarrolló de manera oficial, creándose en 1858 el
Cuerpo Facultativo de Archiveros y reorientándose la vida de Simancas hacia
labores de catalogación y difusión. En ese sentido también se produce, en 1877,
la musealización del archivo, colocándose las primeras vitrinas de exposición
de documentos. Aun en la actualidad, es posible encontrar al final de algunos
documentos, notas que dan cuenta de haberse copiado el documento por
requerimiento de investigadores extranjeros, con constancia de la fecha en que
se efectuó la transcripción.
Entre los hechos más destacables
de la segunda mitad del XIX están la visita del rey Alfonso XII en 1878, la
dirección de Claudio Pérez Gredilla en la última década del siglo y la llegada
del teléfono en 1894.
Siglo XX
Durante el siglo XX se
experimentaron mejoras notables en las instalaciones, de cara a mejorar la
labor de los investigadores. La exposición de documentos creció
permanentemente, hasta ser considerado en la práctica un aspecto tan importante
como la propia investigación. Así, el AGS tiene desde este período la
consideración de una institución cultural, en la que la conservación de
documentos vive de la mano con la investigación y la musealización del
edificio, todo ello dependiendo del Ministerio de Cultura de España.8
En 1914 el traslado de algunos
documentos hacia Madrid para facilitar su estudio por parte de expertos, que no
querían trasladarse al castillo, provocó una protesta en toda la provincia que
al final acabó con los papeles en su sitio.
La Guerra Civil Española no tuvo
un impacto negativo directo sobre el archivo ya que la provincia de Valladolid
quedó rápidamente en el interior de la zona sublevada, por lo que no se
perdieron documentos ni se combatió en el lugar. Durante el régimen franquista,
la institución se conservó sin más, sin ningún tipo de purgas documentales.5
De hecho, durante los años 1950, coincidiendo con la celebración del IV
cententario del fallecimiento de Carlos I de España, se hizo una gran reforma
para facilitar el acceso al incipiente número de investigadores que quería
trabajar en Simancas, y se construyó una residencia para los investigadores.
En 1941 el gobierno español
consiguió recuperar un grupo de documentos (unos 58.00078), llamados
"legajos de Simancas", mediante un intercambio de obras con el
Gobierno de Vichy del mariscal Pétain. El retorno de los documentos fue
complicado. En este acuerdo España recuperó también obras como la Inmaculada
de Soult y la Dama de Elche y a cambio le entregó a Francia varias obras de
arte (cuadros, principalmente).
A pesar de todas las mejoras y
comodidades inherentes a la Edad Contemporánea respecto a las precedentes, la
incomodidad para los investigadores fue la tónica general durante el siglo XX.
González Amezúa describió la única posada de Simancas como un lugar ruin e
inhóspito.
Siglo XXI
Ya a finales del siglo XX y
comienzos del XXI, el AGS fue reformado en un periodo de obras que se prolongó
entre 1999 y 2007.89 En un principio se pensaba que las obras de restauración
concluirían en 2004, pero su retraso obligó a suspender algunos eventos que se
iban a celebrar en el castillo, como el V centenario de la muerte de Isabel la
Católica o el V cententario de la muerte de Cristóbal Colón.89 Los retrasos en
las obras fueron atribuidos por el director del AGS –José Luis Rodríguez de
Diego– tanto a la propia complejidad de las mismas como a las lluvias.89
De este modo, el 14 de enero de
2008, el por entonces Ministro de Cultura César Antonio Molina acudió al
Castillo de Simancas para reinaugurarlo.95 Durante dicho acto el ministro
afirmó que en el AGS la riqueza del "contenido documental deriva de su
proyecto arquitectónico".95 Desde entonces la institución ha albergado diversos
actos culturales, entre los que destaca una reunión de la Fundación de la
Lengua en 2009.96 Tras esta última reforma del Archivo de Simancas se pueden
visitar lugares de la institución que antes no eran accesibles al turista, como
una de las salas de investigación o la capilla del castillo.89 Además, anexo a
la fortaleza se ha construido un edificio que contiene un salón de actos, un
centro de archivística, un departamento de difusión y una sala de
exposiciones.89
Es posible pedir reproducciones
de los documentos, tanto en soporte digital como en papel. Para publicar las
reproducciones, el interesado necesitar firmar un convenio con el
ministerio.97
En 2017 la Unesco incluyó al
archivo dentro del Programa Memoria del Mundo 98 99 100, convirtiéndose en
el segundo patrimonio histórico documental vallisoletano que forma parte de
dicho reconocimiento puesto que en 2007 fue incluido el Tratado de Tordesillas.
SECCIONES Y FONDOS
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Real Cédula de 16 de septiembre de 1600 emitida por el Consejo de Guerra que se conserva en Simancas. |
La organización del AGS responde
a su evolución histórica. Al ser una institución que se nutre fundamentalmente
de documentos administrativos, sus fondos y secciones en los que se organiza
responden a esta trayectoria.
Las secciones son casi treinta, pero
de la Plaza Bores propone una organización en ocho grupos:
- Patronato
Real: se trata de una colección organizada por Diego de Ayala entre
1564 y 1567,102 basada en textos que no provienen de una institución
determinada sino a la labor selectiva del archivero.103 Hasta el siglo
XIX se han seguido incorporando documentos al Patronato Real, aunque de
manera esporádica dado que la tendencia era no desglosar los documentos
que iban llegando a Simancas.103 Por tanto, el grueso del material
contenido en esta colección documental pertenece a la época de los Reyes
Católicos, Carlos V y Felipe II.103 Por los documentos que contiene se
considera en la actualidad la parte más valiosa del AGS.104
- Secretarías
del Consejo de Estado (siglos XV-XVII) y Correspondencia Diplomática del
siglo XVIII: es la sección más consultada de Simancas.105 La parte
más antigua de esta colección recoge documentos muy variados, compilados
durante los intentos precedentes de crear un archivo centralizado en
Castilla.105 Sin embargo, una vez se consolida la institución simanquina
llegan regular y sistemáticamente remesas procedentes del Consejo de
Estado,105 llegando a contener más de 8000 legajos cuya temática principal
son las relaciones de España con otros Estados.104
- Secretarías
de los Consejos de Flandes, Italia y Portugal (siglos XVI-XVII): los
documentos aquí contenidos tradicionalmente se han denominado
"provinciales", por provenir de consejos dedicados al gobierno
de una provincia y no a instituciones centradas en aspectos generales de
la monarquía.106 Es una sección que tradicionalmente ha dado pie a
confusiones, dado que buena parte de los legajos de los consejos de
Flandes y Portugal ingresaron en el AGS unidos a una remesa de la
Secretaría del Consejo de Estado.106 Empero, son documentos totalmente
independientes y pertenecientes, como su propio nombre indica, a los
Consejos de Flandes, Italia y Portugal.106
- Secretarías
y Escribanías del Consejo y de la Cámara de Castilla (siglos XV-XVII):
contiene documentos de muy diversa índole, pues las competencias del
Consejo Real de Castilla fueron muy amplias, ostentando funciones
consultivas, legislativas y judiciales.107 Esta sección potencialmente
podría contener la historia castellana entre los siglos XV y XIX, pero la
realidad no es así: tanto en la recopilación de los documentos como en su
conservación ha habido muchos descuidos.108 Por tanto, la mayoría de la
información contenida es del siglo XVII en adelante, según informan
diversos inventarios realizados.109
- Registro
del Sello de Corte (1475-1689): ha recibido diversos nombres según el
archivero, como "Registro de Corte" para Diego de Ayala o
"Registro general de Corte" para Riol.110 Los fondos contenidos
están formados por más de 2500 legajos que comparten la característica de
ser documentos procedentes del gobierno real y rubricados con un sello
mayor.104
- Casa
Real-Obras y Bosques (siglos XV-XVII): este grupo está dividido en dos
partes claramente diferencias. La parte "Casa Real" alude a un
compendio realizado por Don Mariano Alcocer en el cual reunió varios
documentos que tenían como característica común referirse a miembros o
patrimonio de la familia real.111 Por otro lado, "Obras y
Bosques" contiene la documentación de la Junta de Obras y Bosques,
una institución dedicada a la conservación y la ampliación del patrimonio
regio en sentido amplio: desde palacios hasta lugares de caza.111 En
líneas generales es documentación muy fragmentada y por tanto de difícil
consulta.111
- Secretarías
del Consejo de Guerra (siglos XV-XVII) y Secretarías del Despacho de
Guerra (siglo XVIII) y del Despacho de la Marina (siglo XVIII):
contiene la documentación emitida por los ejércitos terrestre y
marino.112 Está dividida en tres partes que, en total, suman más de 13000
legajos, siendo así una de las secciones más amplias y completas del
AGS.112 Dicha división responde a la procedencia y la naturaleza de los
fondos contenidos: "Secretarías del Consejo de Guerra", también
llamada "Guerra Antigua", contiene documentos de la época en que
el Consejo de Guerra abarcaba tierra y mar, es decir, antes de que se
dividiese en 1586;112 "Secretaría del Despacho de Guerra"
alberga una colección documental mayoritariamente del siglo XVIII
procedente de la Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra, creada
tras la reforma administrativa de Felipe V;113 y "Secretaría de
Marina" contiene alrededor de 750 legajos y 75 libros procedentes de
la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de Marina.114
- Hacienda:
forma más de la mitad del archivo (más de 38000 legajos)115 y en él se
incluyen documentos procedentes de las Secretarías y Escribanías del
Consejo de Hacienda (siglos XV-XVII), la Contaduría Mayor de Hacienda
(siglos XV-XVIII), la Dirección General de Rentas (siglos XVIII) y otras
instituciones.116 Son legajos fundamentalmente administrativos muy útiles
para la realización de estudios relacionados con la economía. Por su
volumen, los investigadores señalan que toda la documentación relacionada
con la historia económica de la corona castellana entre los siglos XV y
XIX se halla en el AGS.115 Sin embargo, hay algunas excepciones, como los
documentos contenidos en el Archivo Central del Ministerio de Hacienda o
los Juros del Archivo Histórico Nacional.115
El Archivo de Simancas también
contiene documentos relativos al Reino de Navarra.117
Fuente: https://es.wikipedia.org/
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