Cervantes: Cautiverio en Argel
Durante su regreso desde Nápoles
a España a bordo de la galera Sol, una flotilla turca comandada por Mami
Arnaute hizo presos a Miguel y a su hermano Rodrigo, el 26 de septiembre de
1575. Fueron capturados a la altura de Cadaqués de Rosas o Palamós, en una zona
que actualmente recibe el nombre de Costa Brava, y llevados a Argel. Cervantes
es adjudicado como esclavo al renegado griego Dali Mamí. El hecho de habérsele
encontrado en su poder las cartas de recomendación que llevaba de don Juan de
Austria y del duque de Sessa hizo pensar a sus captores que Cervantes era una
persona muy importante y por quien podrían conseguir un buen rescate. Pidieron
quinientos escudos de oro por su libertad.
Estatua de Miguel de Cervantes en
la Biblioteca
Nacional de España, en Madrid.
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Los años en Argel constituyen lo
que Alonso Zamora Vicente llamó "un hecho primordial en la vida de
Cervantes", que la divide "en dos mitades". Según Juan
Goytisolo, están en "el núcleo central de la gran invención
literaria".
En los casi cinco años de
aprisionamiento, Cervantes, hombre nada acomodaticio y con un fuerte espíritu y
motivación, trató de escapar en cuatro ocasiones organizando él mismo los
cuatro intentos. Para evitar represalias en sus compañeros de cautiverio, se
hizo responsable de todo ante sus enemigos y prefirió la tortura a la delación.
Gracias a la información oficial y al libro de fray Diego de Haedo Topografía
e historia general de Argel (1612), se tienen noticias importantes sobre el
cautiverio. Tales notas se complementan con sus comedias Los tratos de Argel,
Los baños de Argel y el relato conocido como «Historia del cautivo»
inserto en la primera parte del Quijote, entre los capítulos 39 y 41.
Sin embargo, desde hace tiempo se
sabe que la obra publicada por Haedo no era suya, algo que él mismo ya
reconoce. Según Emilio Sola, su autor fue Antonio de Sosa, benedictino
compañero de cautiverio de Cervantes y dialoguista de la misma obra. Daniel
Eisenberg ha propuesto que la obra no es de Sosa, quien no era escritor, sino
del gran escritor cautivo en Argel, con cuyos escritos la obra de Haedo muestra
muy extensas semejanzas. De ser cierto, la obra de Haedo deja de ser
confirmación independiente de la conducta cervantina en Argel, sino uno más de
los escritos del mismo Cervantes que ensalzan su heroísmo.
El primer intento de fuga
fracasó, porque el moro que tenía que conducir a Cervantes y a sus compañeros a
Orán los abandonó en la primera jornada. Los presos tuvieron que regresar a
Argel, donde fueron encadenados y vigilados más que antes. Mientras tanto, la
madre de Cervantes había conseguido reunir cierta cantidad de ducados con la
esperanza de poder rescatar a sus dos hijos. En 1577 se concertaron los tratos,
pero la cantidad no era suficiente para rescatar a los dos. Miguel prefirió que
fuera puesto en libertad su hermano Rodrigo, quien regresó a España. Rodrigo
llevaba un plan elaborado por su hermano para liberarlo a él y a sus catorce o
quince compañeros más. Cervantes se reunió con los otros presos en una cueva
oculta, en espera de una galera española que vendría a recogerlos. La galera,
efectivamente, llegó e intentó acercarse por dos veces a la playa; pero,
finalmente, fue apresada. Los cristianos escondidos en la cueva también fueron
descubiertos, debido a la delación de un cómplice traidor, apodado El Dorador.
Cervantes se declaró como único responsable de organizar la evasión e inducir a
sus compañeros. El bey (gobernador turco) de Argel, Azán Bajá, lo encerró en su
«baño» o presidio, cargado de cadenas, donde permaneció durante cinco meses. El
tercer intento lo trazó Cervantes con la finalidad de llegar por tierra hasta
Orán. Envió allí a un moro fiel con cartas para Martín de Córdoba, general de
aquella plaza, explicándole el plan y pidiéndole guías. Sin embargo, el
mensajero fue preso y las cartas descubiertas. En ellas se demostraba que era
el propio Miguel de Cervantes quien lo había tramado todo. Fue condenado a
recibir dos mil palos, sentencia que no se cumplió porque muchos fueron los que
intercedieron por él. El último intento de escapar se produjo gracias a una
importante suma de dinero que le entregó un mercader valenciano que estaba en
Argel. Cervantes adquirió una fragata capaz de transportar a sesenta cautivos
cristianos. Cuando todo estaba a punto de solucionarse, uno de los que debían
ser liberados, el ex dominico doctor Juan Blanco de Paz, reveló todo el plan a
Azán Bajá. Como recompensa el traidor recibió un escudo y una jarra de manteca.
Azán Bajá trasladó a Cervantes a una prisión más segura, en su mismo palacio.
Después, decidió llevarlo a Constantinopla, donde la fuga resultaría una
empresa casi imposible de realizar. De nuevo, Cervantes asumió toda la
responsabilidad.
En mayo de 1580, llegaron a Argel
los padres trinitarios (orden religiosa que se ocupaba de tratar de liberar
cautivos, incluso se cambiaban por ellos) fray Antonio de la Bella y fray Juan
Gil. Fray Antonio partió con una expedición de rescatados. Fray Juan Gil, que
únicamente disponía de trescientos escudos, trató de rescatar a Cervantes, por
el cual se exigían quinientos. El fraile se ocupó de recolectar entre los
mercaderes cristianos la cantidad que faltaba. La reunió cuando Cervantes
estaba ya en una de las galeras en que Azán Bajá zarparía rumbo a
Constantinopla, atado con «dos cadenas y un grillo». Gracias a los 500 escudos
tan arduamente reunidos, Cervantes es liberado el 19 de septiembre de 1580. El
24 de octubre regresó, al fin, a España con otros cautivos también rescatados.
Llegó a Denia, desde donde se trasladó a Valencia. En noviembre o diciembre
regresó con su familia a Madrid.
Fuente: https://es.wikipedia.org/
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